Felicità

Nos pasamos gran parte de la vida buscando la felicidad, sin darnos cuenta que es una utopía. Es tan efímera que somos capaces de tenerla entre las manos y, sin verla, dejarla escapar. O quizá no lo sea tanto. Me niego a aceptar que la felicidad no es una elección. Porque créeme, puede que ahora mismo te cueste entenderme, pero lo es. Estamos acostumbrados a relacionar felicidad con una enorme sonrisa, éxito, amor y fortuna. Pero déjame decirte que está(ba)mos equivocados. La felicidad es un estado permanente de lucha de enfrentar tus miedos, tus errores, tus flaquezas, y superarte. Es la habilidad de caerse y preguntarle a la baldosa por dónde está la escalera al cielo. Felicidad es fuerza. La fuera de cambiar y de adaptarse y de aprender a vivir con lo que tenemos, con lo que nos viene y lo que nos queda por venir, que seguro, no será fácil. Para mí, la felicidad es cambio, pero a la vez es estabilidad. La felicidad son esos momentos, esos pequeños detalles que marcan la diferencia. La felicidad es eso que convierte una noche cualquiera en una gran noche. Y no, la felicidad no es sólo un trago de vodka. Son las ganas de abrir la botella y beber hasta la última gota, el estribillo de la canción del verano de turno, las ganas de decir ''te quiero'' gritando, la risa desenfrenada, tu amigo dándote la mano, un beso de despedida de los de ''nos vemos mañana'', tu serie favorita un viernes por la noche, sudar en la clase de spinning, dormir abrazados. 
La verdadera felicidad es no desistir, no rendirse, reincidir en el cambio.

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