Nuestro cuerpo está compuesto por tantas cosas que no sabría nombrarlas todas. Nos lo enseñan nuestros padres, nuestros profesores o ese médico al que tanto odiamos. Conocemos un montón de enfermedades que podríamos padecer, pero también sabemos como evitarlas. Pero nadie nos habla de la mayor epidemia, que que afecta al 99% de la población, el amor. Esa maldita enfermedad que manifiesta grandes dolores de cabeza, pérdida del apetito y del sueño, e incluso alucinaciones. No existe vacuna ni curación, solo rendición. Se produce cuando unas partículas que hay pululando dentro de nosotros, encuentran en otra persona unas muy parecidas a ellas. Mira que es difícil encontrar unas que se ajusten bien eh, pero siempre las encuentran. A partir de ahí estás perdido. Desde el momento del contagio se empiezan a sentir los síntomas, que se irán acentuando con el paso del tiempo, sin control. Palabras, miradas, olores o gestos sin importancia pasarán a ponerte los pelos de punta. Se ha demostrado que ni siquiera se puede curar esta enfermedad dándole de su propia medicina. Amor no contrarresta amor, porque con el tiempo se deteriora una de las dos partes y la otra recae en la peor fase de la dolencia, que será muy mala. No se sabe todavía si es peor la primera fase o la última, si es peor anhelar y saber que no podrás tenerle, o saber que lo has tenido y sin causas le has perdido. Esas pequeñas partículas de las que antes hablaba, son las que nos hacen querer y dejar de hacerlo, y a nosotros mismos no nos queda más que vivir bajo sus antojos.

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