Y a estas alturas todavía me pregunto cuándo podré decirte que hay momentos en los que no lo soporto. Que me rindo y tiro la toalla y la cojo del suelo para volver a tirarla y pisotearla desesperada, enferma de nostalgia y rota de dolor. Échame de tu vida si quieres, pero échame ya, antes de que me arrastre y te ruegue y te suplique y te llore y te pida que te quedes conmigo, porque lo haré. Échame antes de darme más besos lentos, de acogerme muy fuerte en tus brazos, de amarnos por las tardes, de mirarme así, de armarme de ilusiones que no me llevan a ninguna parte, de desayunar miradas, de sonreírme a quemarropa... Libérame de tu cuerpo, de tu complicidad, de nuestra perfecta forma de entendernos, de tu risa... y déjame odiarme a mí misma por no poder controlarme.

Cámbiame de dirección para que no me pierda en las lineas de tu espalda.

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