Something to remember again,


Ella. Ella y su único declive al más mínimo intento de quererle. Ella y toda su magia, toda su pasión. Ella y sus miles de sensaciones. Ella y sus manías. Ella y su empeño de luchar hasta el final aunque sepa que la batalla está perdida.Ella y sus ganas indomables de amar. Ella y sus recuerdos fugaces, efímeros. Ella, sólo ella y su único pensamiento, él.
Llega la noche, está tumbada en la cama, sola y con la ventana abierta, con la brisa mezclando olores cálidos en su habitación y las sábanas revueltas a sus pies. A su cabeza acuden miles de imágenes, imágenes cálidas, imágenes ardientes, imágenes bonitas, imágenes deseadas, imágenes felices, también alguna que otra que parece disgustar, pero que pronto se fuga porque aparece otra imagen preciosa, mil veces mejor que la anterior. esas imágenes que no quiere ver porque le recuerdan un pasado delicioso y que ahora le hace daño, pero que le gusta que permanezcan porque causan sensaciones maravillosas.
Le echaba de menos, y sólo había pasado un día, no era buena señal, pero ganas no faltarían. Recordaba aquella tarde, aquella noche, aquella mañana y cada momento como si hubiese pasado antes de meterse en la cama, y lo recordaba todo porque lo quería volver a vivir. Sólo tenía una preocupación, ¿Acaso él se sentía igual que ella? Es decir, con ganas a todas horas de encontrarse a menos de 5 cm de su boca, de sentir su aliento, su respiración, de besarse sin ningún tipo de prisas, de acariciarle el cuello, de examinar cada parte de su rostro con la mirada, de sentir sus manos quitándole la ropa, de saber qué dicen sus ojos y perderse en ellos, de sentir su abrazo alrededor de su cuerpo… En el fondo, ya lo sabía, ya sabía la respuesta, tan sólo necesitaba oírlo de él porque no quería creerlo.
Ella, condenada a su amor.

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