Something to grow,


Cuando tenía cuatro años aprendí a nadar. Con cinco años aprendí a leer y a escribir. Con siete, las tablas de multiplicar. A los ocho a agradecer que salga un día de sol. A los diez, a defender lo que es mío. A los doce aprendí que las cosas no siempre acaban como una quiere. A los trece, a valerme por mí misma, a ser un poco independiente. A los catorce aprendí a echar de menos, a valorar las cosas que antes creía que siempre iban a estar ahí, a disfrutar de un sábado, a apreciar cada palabra de una canción. A los quince años aprendí a querer, aprendí a llorar, a derrumbarme y a levantarme, a apoyarme en la gente que pone la mano en el fuego por mí y a saber apreciar un te quiero. Con dieciséis aprendí a decir las cosas a la cara, a defenderme, a bailar como una loca, a hacer locuras, a ser rechazada, a llorar de rabia y saltar de alegría. Hace un mes, aprendí a valorar un consejo, a hacerme responsable de mis actos. La semana pasada aprendí lo que es una amiga de verdad, y que una cosa aparentemente pequeña puede tener un valor muy grande. Ayer aprendí a sonreír. Y hoy, miro el mundo y lo veo con otros ojos, de otro color. Hoy he aprendido a ser quien quiero ser. Y sí, puede que mañana lo eche todo por la borda, pero lo que queda de día voy a aprovechar todo lo aprendido.







Ser feliz es complicado, no elijas el camino fácil.


Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares